Covid: Las UCI bajan en ocupación y esquivan el temido colapso por la ómicron | Sociedad

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El fantasma del colapso del hospital por la sexta ola de coronavirus en España retrocede. Las salas de UCI, el mejor indicador para medir la gravedad del virus, han llegado a su límite estructural, pero su ocupación ya ha comenzado a descender y está lejos de los niveles de presión de los peores momentos. El viernes ingresaron 2.202 pacientes de covid, 22 menos que hace una semana, 49 menos que el lunes y poco más de la mitad del pico de la tercera ola.

De confirmarse la tendencia, habrá cambiado el patrón clásico en el resto de ondas epidémicas, que comenzó con un descenso de casos, seguido de hospitalizaciones y finalmente llegó a cuidados intensivos. En esta ocasión, los últimos dieron los primeros síntomas de descenso la semana pasada, incluso antes que la incidencia acumulada, que empezó a descender, aunque el viernes repuntó hasta alcanzar el récord: 3.418 casos por cada 100.000 habitantes en 14 días. La ocupación del piso se sumó a la disminución, con un par de días de disminución.

Los expertos prefieren ser cautelosos antes de declarar la victoria. Esperan que la tendencia de infección, subestimada debido a la medición deficiente y tardía debido a la explosión de transmisión, se solidifique y saben que aún puede ser inestable durante algunos días, mostrando dientes de sierra. No descartan una nueva recuperación, que se está produciendo ahora en Dinamarca. Pero a diferencia de los diagnósticos, las ITU son un termómetro bastante preciso. ¿Por qué caían incluso antes de las infecciones?

Seguramente influyen varios factores, entre ellos el cada vez mejor manejo de los pacientes en estas unidades, como destaca la epidemióloga Ana María García. La demora en informar las infecciones también puede desempeñar un papel. La mayoría de los diagnósticos de las últimas semanas se han hecho con pruebas de antígenos, muchas caseras que ni siquiera se han agregado a las estadísticas, excepto en algunas comunidades. En los demás, los pacientes tuvieron que pasar por su centro de salud, que tardó más de una semana en atenderlos. La caída de casos que se intuye ahora, por tanto, podría corresponder a una caída en la transmisión respecto a días atrás.

Pero hay otro factor que los epidemiólogos están evaluando: la superposición de variantes. La sexta ola comenzó con los casos delta. Esto siguió el patrón normal. Estaba impulsando las hospitalizaciones y luego las admisiones en la UCI. Pero a medida que avanzaba diciembre, fue reemplazado por omicron. La mayoría de los contagios navideños, cuando se produjo la gran explosión de casos, corresponden a esta variante, más leve. Aunque ha habido cientos de miles (probablemente millones) de contagios y que una pequeña parte de ellos ha necesitado o necesitará cuidados intensivos, de momento no son suficientes para seguir aumentando el nivel de empleo. Algo similar se vio en el Reino Unido y Dinamarca, donde el empleo en la UCI se estancó antes de que se produjera una disminución de los casos.

Todo puede cambiar si los contagios siguen creciendo, pero ya ha pasado casi un mes desde que comenzó la gran aceleración de los contagios, tiempo suficiente para que repercuta en la ITU. Y parece no tenerlo. Si la tendencia no se altera, tendrá importantes consecuencias, tanto para la gestión de esta ola como de las siguientes.

La saturación de los hospitales, y en particular de las UCI, es el baremo implícito para tomar medidas drásticas. Todos los países, incluida España, han impuesto sus límites más estrictos para evitar este escenario y los han relajado cuando el riesgo ha disminuido. El temor de que el número de casos de ómicrones fuera tan alto que colapsara la gravedad de una pequeña fracción de ellos en la UCI se está disipando.

Es a lo que apuestan tanto los gobiernos autonómicos como el central las pasadas Navidades. No siguieron las recomendaciones de los técnicos que les advirtieron del Informe de Alerta, que pedía cerrar las prórrogas y continuar con las cuarentenas por contactos; Decidieron mantener la actividad económica el mayor tiempo posible y, salvo los certificados covid, de dudosa utilidad, las restricciones sociales eran casi inexistentes. La única medida que se adoptó entonces para todo el país fue más bien cosmética: imponer las mascarillas al aire libre.

Fuentes del Ministerio de Salud explican que sus estimaciones eran que la ola comenzaría a amainar a mediados de enero, como está ocurriendo. Los cálculos, por ahora, han sido acertados, si tenemos en cuenta el enorme colapso de la atención primaria, que también tendrá repercusiones indirectas en la salud de los ciudadanos. Esto ya tiene una pequeña solución.

Cuando pase la tormenta de la sexta ola, tanto el ministerio como las comunidades aún deben implementar un nuevo sistema de vigilancia. Lo exhaustivo, que cuenta caso por caso, ha estallado en esta ola. Los diagnósticos se han convertido en responsabilidad de los propios ciudadanos y la vigilancia de los servicios de salud pública se ha convertido en una quimera. Una de las ideas es implementar un sistema centinela, más parecido al de influencia, que trabaja con estimaciones basadas en un número reducido de casos.

De imponerse, supondrá un cambio total en la estrategia de vigilancia, que deberá ser aprobado por las autoridades internacionales. Será un paso definitivo para normalizar la enfermedad y vivir con ella de forma más natural. Algo “razonable”, en palabras de García, siempre que no haya nuevas variantes que cambien el escenario. El epidemiólogo recuerda: ya pasó con el omcron y puede volver a pasar.

El cambio de estrategia no es bien recibido por muchos expertos en salud pública. Rafael Bengoa, que fue consejero de Sanidad del País Vasco y uno de los grandes expertos en sistemas sanitarios del país, advierte que «el prejuicio hacia la normalidad» puede llevar a las autoridades a bajar de nuevo «a toda prisa». “En oleadas anteriores hemos visto que ha sido contraproducente en términos de salud, y también económicamente, que paradójicamente es lo que quieren salvar quitando las restricciones”, dice.

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