La eliminación europea por la energía nuclear y el gas estalla en la cumbre del clima de Glasgow | Clima y Medio Esfera
La energía nuclear busca establecerse, cumbre climática tras cumbre climática, como una forma de combatir el calentamiento global. Esta tecnología no emite gases de efecto invernadero y sus partidarios la proponen como alternativa a los combustibles fósiles, junto a las energías renovables, mientras que los detractores cargan con los altísimos costes y el problema de residuos que deja atrás. En la cumbre de Glasgow, que comenzó el 31 de octubre y terminó mañana, volvió a ocurrir; y el debate nuclear está resurgiendo, esta vez también impulsado por los altos precios de la electricidad en este momento. Alemania, que estableció un programa de cierre nuclear tras el accidente de Fukushima en 2011, promovió en la COP26, como se conoce a la cumbre de Glasgow, un comunicado contra la Comisión Europea que incluye esta tecnología en la lista de inversiones que pueden calificarse como verdes y beneficiosas para la lucha contra el cambio climático en la «taxonomía» (clasificación) que prepara Bruselas. Esta herramienta, que debe servir para identificar las fuentes que Europa considera renovables, pretende convertirse en la primera guía internacional para inversores interesados en este sector.
La declaración impulsada por Alemania representa un enfrentamiento directo y público con Francia, que lucha por incluir la energía nuclear en ese ranking europeo para relanzar su industria nacional. De hecho, su presidente, Emmanuel Macron, anunció esta semana que su país construirá nuevas centrales nucleares. Y argumentó que esto será beneficioso para combatir el cambio climático y controlar los costos de la electricidad. Pero Alemania rechaza estos argumentos y en el comunicado que promovió en Glasgow cree que la energía nuclear es «incompatible» con la lista europea de energías verdes. Esta clasificación tiene como objetivo estimular las inversiones para lograr la descarbonización del sistema energético de la UE. Dinamarca, Luxemburgo, Portugal y Austria se sumaron a este cargo en una ceremonia celebrada este jueves en el pabellón alemán de la COP26.
En la declaración impulsada por Alemania, se pide abiertamente a Bruselas que excluya la energía nuclear de esta clasificación verde. “Nos preocupa que la inclusión de la energía nuclear en la taxonomía dañe permanentemente su integridad, credibilidad y, por tanto, su utilidad”, afirma el texto firmado por estos cinco países.
España, sin embargo, se negó a unirse, a pesar de la oferta hecha por el gobierno interino alemán. A primera vista, la negativa del gobierno español puede parecer contradictoria con la posición que ha mantenido hasta ahora. En junio, España, junto con Alemania, Austria, Dinamarca y Luxemburgo, envió una carta a la Comisión Europea pidiendo exactamente lo mismo: que la energía nuclear sea excluida de la taxonomía. Sin embargo, la diferencia es que ahora Bruselas también está estudiando incluir en esa clasificación el gas natural, un combustible fósil que emite menos gases de efecto invernadero que el petróleo o el carbón a la hora de generar energía, pero que no obstante es nocivo para el cambio climático. Si Francia presiona para que la energía nuclear reciba esa etiqueta verde, Alemania hace lo mismo para que el gas natural también la tenga.
Fuentes del gobierno español aseguran que no quieren tomar partido en esta guerra y que se oponen a que ambas tecnologías entren en la lista de energías verdes que pretende impulsar futuras inversiones en nuevas plantas e infraestructuras. Teresa Ribera, vicepresidenta de Transición Ecológica, aseguró desde Glasgow: «La presión que ejercen algunos Estados miembros para incluir dos tecnologías relacionadas con el uso del gas y la energía nuclear es un error».
Solución salomónica
La lucha energética entre Francia y Alemania apunta a una solución salomónica de Bruselas a favor de la energía nuclear y del gas. La Comisión está desarrollando un «acto de ejecución» que otorgará a ambas fuentes de energía un papel de liderazgo en la transición hacia una economía libre de carbono. La energía nuclear y el gas se habían excluido de la taxonomía energética de la UE. Este instrumento determina qué emisiones de deuda se pueden clasificar como bonos verdes, lo que atraerá a un número creciente de inversores (especialmente fondos de pensiones y fondos de inversión) dispuestos a aceptar un precio ligeramente superior a cambio de la obtención de estos bonos. .
Bruselas teme que la inclusión de fuentes que no cumplan exactamente los criterios de taxonomía, como gas y nuclear, diluya el atractivo de esa clasificación y enajene a los inversores. Pero fuentes de la UE reconocen que la presión del gobierno de Macron sobre la energía nuclear ha alcanzado tal magnitud que las concesiones serán inevitables.
La Comisión pretende reconocer la energía nucleoeléctrica como una «fuente estable», necesaria para facilitar la introducción de energías renovables cuya capacidad de producción depende de factores imprevisibles como el viento o las horas de sol. En el caso del gas, se le otorgaría el papel de «fuente de transición», que es fundamental para un período a concretar en el que sería necesario completar el mix energético con este hidrocarburo. Bruselas quiere evitar que ambas fuentes reciban la etiqueta verde completa que llevan las energías renovables y prefiere reconocerlas con una etiqueta similar (naranja o marrón) que permita al inversor apreciar la diferencia. Se pueden aprobar nuevas etiquetas antes de fin de año si se respeta el cronograma establecido por el ejecutivo de la comunidad.
Ribera explicó que, “desde hace muchos meses, los expertos en inversiones sostenibles en tecnologías vienen estableciendo criterios sobre los que las decisiones de inversión merecen reconocimiento, inclusión entre las tecnologías que más efectivamente apoyan la transición energética y, en general, la transición en la economía descarbonizada”. Y recordó que la energía nuclear y el gas natural «no se incluyeron porque tienen otro tipo de limitaciones o porque tienen otro tipo de efectos». Ribera cree que «es perfectamente posible seguir haciendo inversiones en los años de transición en gas y nuclear», pero añade que «no tiene mucho sentido ponerlas en una lista seleccionada después de tanto tiempo de trabajo entre expertos» en qué energías deben ser consideradas realmente verdes.
En el acto celebrado en la COP26 por los ministros de Medio Ambiente de los países que firmaron esta declaración, la ministra austriaca, Carole Dieschbourg, aprovechó los elevados costes de la tecnología nuclear para rechazar su inclusión en la clasificación europea como efectivamente lo hicieron sus compañeros. Pero, consciente de la lucha en curso también con el gas natural, agregó que ni siquiera el «gas fósil» debería «estar en la taxonomía».
Puedes seguir CLIMA Y MEDIO AMBIENTE en Facebook Y Gorjeo, o regístrese aquí para recibir nuestro boletín semanal